Nuestro pasado determina la dirección en la que nos desarrollamos. Las experiencias y la dinámica dentro de la familia, por ejemplo, pueden llevarnos a seguir un camino similar o completamente diferente al de las generaciones anteriores.

A Gaby se le pueden aplicar las dos opciones. Su abuelo Massimo era un viticultor apasionado y fundó el viñedo de unas 150 hectáreas, pero su padre tomó un camino diferente. Afortunadamente, la pasión de Gaby por la viticultura apareció a tiempo para hacerse cargo de la bodega familiar. Su amor por la naturaleza y la tierra de Morcote floreció muy pronto.

A la edad de 30 años, después de estudiar arte y literatura especializándose en pintura al fresco, encontró el camino de vuelta a sus raíces: la producción de vino en el Ticino.

«Al principio me recibieron con recelo. Al fin y al cabo, me incorporé a este mundo del vino dominado por los hombres sin ninguna experiencia y como mujer». Pero Gaby no dejó que eso la desanimara y siguió su camino de forma infalible, y con éxito.

Es cierto que nadie se interpuso en su camino. Sin embargo, tuvo que prescindir del apoyo práctico de su familia. Y aun así, con su trayectoria ha conseguido aunar dos componentes que son importantes para ella.

Nacida en el Ticino, de padre tesinés y madre alemana, Gaby creció en la jungla urbana de Milán, entre otros lugares. Gaby comenzó sus estudios de cultura y literatura, justo antes de aventurarse en la producción de vino, un mundo aún desconocido para ella. Hoy en día, es una de las viticultoras más destacadas de Suiza y dirige con éxito la bodega familiar Tenuta Castello di Morcote desde 2009.

Por respeto a la naturaleza y fascinada por la práctica de los pueblos antiguos, Gaby decidió centrarse en el cultivo biodinámico. Su lema es «happy vines, great wines». Solo los que tienen viñas felices crearán grandes vinos.

Desde 2019, también hace tangible este elaborado proceso para sus compañeros. En las visitas guiadas por la bodega, Gaby no solo comparte valiosos conocimientos sobre la producción sostenible de vino, sino que, además, transmite la sensación de estar realizando un viaje enológico por Italia, pero en Suiza.

Es fácil entender por qué Gaby se siente más cómoda aquí que en el ajetreo de la gran ciudad. Morcote está salpicado de cuidados detalles y fue elegido el pueblo más bonito de Suiza en 2016.