Una magia muy particular. Typically Swiss Hotels
Introducción
Cualquiera que se haya alojado alguna vez en el Heimeli conoce su encanto, que hace que tantos huéspedes vuelvan año tras año. Sin embargo, las personas lo describen de forma ligeramente diferente.
Berggasthaus Heimeli
Desde sus orígenes en el siglo XVIII, el Heimeli ha sido la última parada antes del empinado puerto de Strela. Los arrieros lo utilizaban para transportar sus mercancías de Arosa a Davos en burro y mula. Hoy, Gabriella y su marido René dirigen la antigua casa walser junto con su sólido equipo. Tampoco pueden explicar exactamente el sentimiento que este lugar despertó en ellos: «Esta joya histórica debe conservarse». Muchos huéspedes describen el Heimeli como mágico y todos tienen sus propias razones.
El Heimeli no nos pertenece, nosotros pertenecemos al Heimeli.
Algunos dicen que es su ubicación a los pies del Chüpfenfluh, que se eleva hacia el cielo. Para otros, es el encanto del pequeño pueblo de montaña de Sapün, que solo cuenta con unas pocas familias. O la naturaleza salvaje de los Alpes que hace que uno se tome un tiempo para sí, ya sea haciendo senderismo, ciclismo de montaña o esquí.
- 300 Casa walser de 300 años de antigüedad
- 1831 metros Cocina gourmet alpina a 1831 metros sobre el nivel del mar
- Estrellas en la montaña Romántico hotel de montaña con vistas a las estrellas y con centro de bienestar alpino con jacuzzi
Mucha gente menciona la arquitectura del Heimeli al hablar de él. Construido por los Walser, el histórico edificio de entramado de madera sigue ofreciendo la misma experiencia refrescante de antaño. Hay quienes sostienen que, cuando se sientan a descansar en el salón original y contemplan las vigas de 300 años de antigüedad, sienten su alma.
En temporada alta, el equipo de Gabriella y René sirve una exquisita cocina gourmet alpina con calidez y dedicación los siete días de la semana. Muchos huéspedes peregrinan hasta aquí solo por esto. A la hora exacta, el aroma a galletas y pan recién horneados inunda el ambiente. Lo que se percibe en cada instante es cómo todos trabajan en equipo e insuflan nueva vida a la vieja casa.
Si uno se queda a pasar la noche, podrá sumergirse en la atemporalidad del Heimeli. Con gran habilidad se respetó el original y se renovó con elegancia todo lo necesario. En esta casa cruje la madera. No hay cerraduras en las puertas, pero sí mucha atención al detalle. Cuando te tumbas en la cama por la noche con una bolsa de agua caliente y oyes el silencio de la noche a través de la ventana abierta, te sientes lejos de todo y, sin embargo, como en casa.
La magia del Heimeli, difícil de describir, no es solo la casa y sus anfitriones, sino también sus huéspedes. En los salones, jóvenes urbanitas se reúnen con personas de 90 años que tocan el acordeón y entablan conversación de mesa a mesa. Por aquí han pasado personalidades de la realeza y famosos. Sin embargo, cuando se va la luz durante un apagón, todo el mundo es igual a la luz de las velas como en los viejos tiempos de los arrieros.